Te digo que te quiero tanto

Nav Melech.-

Te digo que te quiero tanto cuando te pregunto una y otra vez, varias veces antes de salir de casa, que si vas a querer que te traiga pan de dulce. Te digo que te quiero tanto cuando te escribo preguntando que si quieres que te compre ese yogur que tanto te gustó ayer, cuando fuimos a visitar a tu amiga Amanda y te ofreció de su nuevo yogur griego, repleto de frutos rojos y un poco de lavanda. Te digo que te quiero tanto cuando te llevo un té, calientito, de manzanilla; te beso la frente y salgo del cuarto sin querer hacer ruido, sin querer interrumpir tus horas de estudio, tus horas de silencio, tus horas para tí. Te digo que te quiero tanto cuando te abro la puerta del baño y te encuentro en el celular, perdida, distraída, ausente, y me miras riendo, con pena, con la cara roja, y cierras la puerta de golpe, gritando, riendo. Te digo que te quiero tanto cuando acaricio tu mano y suena esa canción que bailamos una sola vez en la vida. Te digo que te quiero tanto, de tantas maneras, cada una más inferior que la otra, que ni siquiera yo sé por qué te quiero tanto, pero te lo digo a mi manera. Te digo que te quiero tanto cuando terminamos de pelear y te limpias las lágrimas con el suéter que compramos juntos hace dos años. Te digo que te quiero tanto cuando te digo que estoy perdiendo la mente, que tengo cada vez más miedo y que algo dentro de mí se está haciendo cada vez más pequeño. Te digo que te quiero tanto cuando estoy llorando sobre las calles y me siento perdido, ausente dentro de un sueño, sin la confianza de saber si estoy viviendo algo real o no. Te digo que te quiero tanto cuando por las mañanas te cuento todos los sueños que tuve, y de algunos me dices que no fueron sueños, sino que fueron cosas que ocurrieron, pero estoy seguro de que eso no pasó; y nos quedamos en silencio, pensativos, incómodos, dudosos, pero tomas mi mano y me siento más lejos de tí. Te digo que te quiero tanto cuando te busco por toda la casa, sin respuesta, y me quedo en la ventana a esperarte mientras platico con las flores, con las abejas, con los gusanos, los asesinos, los carceleros, los drogadictos, los suicidas, los alcohólicos, los violadores y los asaltantes. Te digo que te quiero tanto cuando le pido al doctor que te mande una carta que he escrito a escondidas, pero dice el doctor que nadie puede tener contacto con los pacientes, y que tenemos que dejar el mundo exterior ahí y concentrarnos en nosotros mismos para algún día poder salir sanos, recuperados. Te digo que te quiero tanto cuando veo la sangre de mis muñecas escurrirse en el pasillo y me siento frío, de los pies, del cuello, del pecho y de la frente. Te digo que te quiero tanto cuando te pido que me saques del hospital, por favor. Te digo que te quiero tanto cuando cierro los ojos mientras manejas por las noches. Te digo que te quiero tanto cuando te tomo fotografías a escondidas. Te digo que te quiero tanto cuando te pido que no te vayas; ese posgrado va a seguir ahí, puedes quedarte un par de semanas más conmigo, aún no me siento tan bien como antes. Te digo que te quiero tanto cuando te abro la puerta del auto, más cuando vas cansada y quieres llegar ya a casa, tienes sueño y mucha tarea de la facultad por terminar. Te digo que te quiero tanto cuando cierro los ojos y te dejo sola con la avenida y los autos, con nuestros cuerpos sin cinturón. Te digo que te quiero tanto cuando la ambulancia se lleva tu cuerpo inerte, y me quedo junto a la banqueta, frente a nuestro auto, pensando en cómo fue que te quedaste dormida, molesto conmigo porque no pude hacer nada. Te digo que te quiero tanto cuando escojo las flores más hermosas, girasoles y guirnaldas. Te digo que te quiero tanto cuando abrazo a tu hermana y lamento que ya no estés con nosotros. Te digo que te quiero tanto cuando agradezco a cada uno de tus amigos que vino a despedirse de tí. Te digo que te quiero tanto cuando repito esa noche, una y otra vez, tratando de hacer algo diferente en mi mente, y me quedo sin respuesta, únicamente recordando ese golpe fulminante contra el camión, y mi cuerpo saliendo del auto, tu cabeza estrellándose con el parabrisas, la sangre y la noche sobre nosotros. Te digo que te quiero tanto cuando dejo que pasen los años. Te digo que te quiero tanto cuando regreso al hospital, y todos me recuerdan, todos me quieren ayudar, pero no sé si vale ya la pena. Te digo que te quiero tanto cuando hablo de tí con los doctores, con las enfermeras y con los amigos que nunca más habré de volver a ver. Te digo que te quiero tanto cuando el dolor es insuperable. Te digo que te quiero tanto cuando en la cama del hospital aparece tu mano, tu cuerpo, tus besos, tus memorias. Te digo que te quiero tanto con todas estas lágrimas que bañan mi rostro. Te digo que te quiero tanto cuando me dan de alta del hospital. Te digo que te quiero tanto cuando voy a tu facultad a dejar flores y tus fotografías. Te digo que te quiero tanto cuando espero en la parada del metro, por miedo a manejar, por miedo a estar en un auto. Te digo que te quiero tanto cuando dejo una fotografía tuya sobre la banca. Te digo que te quiero tanto cuando cierro los ojos, aprieto el estómago y los puños, todo antes de saltar a las vías. Te digo que te quiero tanto cuando me detengo a unos pasos, a casi nada del límite. Te digo que te quiero tanto cuando regreso a la banca, tomo tu fotografía y la guardo conmigo. Te digo que te quiero tanto cuando han pasado años, y regreso a los lugares que no quise nunca volver a ver, y dejo flores, dejo atrás los malos momentos. Te digo que te quiero tanto cuando olvido decirte que te quiero tanto, y vuelvo a sonreír, amar y empiezo a olvidar. 

¿Y sabes qué?… te digo que te quise tanto, tanto y de tantas maneras, que de todas nunca supe decirte de frente cuanto te quería.

Fin.

Deja un comentario

Web construida con WordPress.com.

Subir ↑