Osiris Cantú Ramírez.-
En vez de asumir su grave responsabilidad ante crisis y pandemia, AMLO se obsesiona sobre cómo pasará a la historia. Pese a los hechos, ayer por la noche manifestó que «tiene una ambición legítima”, pasar a la historia como uno de los mejores presidentes de México y aseguró que logrará su propósito.
Con cerca de 400 mil muertos de su fallida gestión de la pandemia, lo razonable (y legítimo) sería aspirar a no pasar a la historia como el peor presidente de México. Al efecto, lo urgente y lo responsable, sería cambiar políticas, frenar la desgracia y en consecuencia, atenuar la inexorable condena de la historia.
Pero además, seamos serios: los hombres se plantean tareas y objetivos concretos cuyos resultados se pueden evaluar al corto y mediano plazos. Ni él ni nadie puede saber cómo pasará a la historia, lógico sería suponer que del éxito o fracaso de las tareas concretas evaluable, dependerá su trascendencia.
Cuando AMLO asegura que logrará su propósito, da una muestra más de su desquiciamiento político y mental, intrinseco a quien padece megalomanía.

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