Leonardo Báez Fuente.-
Mucho se habla en estos días de que las generaciones mexicanas más jóvenes se encuentran en el peor de los escenarios posibles: Sin posibilidades de prosperar, sin posibilidades de crecer, en pocas palabras, se encuentran hundidas en el abismo de la imposibilidad y la pregunta obligada es: ¿cómo se llegó a ese apocalíptico lugar? la respuesta es sumamente sencilla; las generaciones anteriores lo provocaron por su notoria irresponsabilidad.
La peor de todas esas generaciones es la que vivió el fin de los años 60 y principios de los 70 del siglo XX; Si, esa generación que se las da de “heroica”, “luchadora social” y “defensora de las causas justas y nobles de la humanidad”. Esta gentuza que se sintió empoderada con sus derechos y nunca cumplió con sus obligaciones alegando que ellos sufrieron las maldades de “el sistema” y que siendo ya los abuelos de las actuales, se niegan a reconocer su responsabilidad en el desastre en el que nos metieron.
En México los “héroes” del 68 y del Halconazo se integraron con alegría digna de mejor causa a la nómina gubernamental en los años de la Docena Trágica (1971 a 1983); apoyaron y disfrutaron de la parranda burocrática pagada por la inflación y el derroche petrolero de esos años, dando rienda suelta a sus filias y fobias en la operación gubernamental, gastando el dinero público de manera demencial. Luego vieron como los que no se integraron a su fiestecita pagaron los platos rotos en la oscurísima época de los 80 y no tuvieron piedad al crucificar con el terror fiscal a la parte productiva del país para que pagara sus despropósitos.
Posteriormente llegaron a la cúspide del poder con Salinas de Gortari, ya fuera con el gobierno o con “la oposición” que se dedicó a dinamitar los puentes que unían a la gobernanza con la realidad, basando su actuar en la defensa del nacionalismo revolucionario versión Echeverría y creando un viciado juego democrático cuya finalidad era regresarlos al poder y en cuanto lo recuperaran, no soltarlo jamás.

Crearon todas las condiciones necesarias para que la delincuencia campeara por sus fueros y los malhechores se volvieran los señores de horca y cuchillo que ahora dominan casi la mitad del país, alegando y defendiendo los derechos humanos de los criminales sobre los de la gente de paz.
Esta generación de dementes ideológicos son los que ahora desgobiernan al país y en su egoísmo, han destruido las oportunidades y el progreso para las generaciones de sus hijos y nietos. No les importa, sólo ellos tienen la verdad y según ellos y sobre el erial que dejan a su paso, la historia los absolverá.
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