El reflejo de López

Rodolfo Higareda.-

Acabo de leer en The Atlantic, un gran artículo titulado Inside the War Between Trump and His Generals (Dentro de la Guerra entre Trump y Sus Generales), escrito magistralmente por Susan B. Glasser y Peter Baker.  Es una pieza que sin lugar a dudas hará historia.  En síntesis relata con lujo de detalle los continuos choques entre el presidente los Estados Unidos y el círculo de militares dentro de su gabinete: El secretario de la defensa, el jefe del Estado Mayor Conjunto y los múltiples mandos de esa poderosísima comunidad.

Es escalofriante enterarse por medio de los múltiples testimonios ahí plasmados, la forma en que un individuo ruin, ignorante, superficial y carente de toda ética, estuvo a punto de destruir a las instituciones y a la democracia de aquella nación, con tal de satisfacer su ambición de perpetuarse en el poder.  El magnate de reality shows convertido en presidente, gracias al voto mayoritario de fanáticos nativistas, racistas, supremacistas y demás fauna nociva de la derecha más execrable, echó mano de todo tipo de artimañas para presionar a los militares a que se sumaran a esa gigantesca mentira sobre el fraude electoral que denunciaba; incluso antes de que tuvieran lugar los comicios donde finalmente fue derrotado.

Sin embargo, los altos rangos militares en Washington no se doblegaron ante las presiones; y en una operación política que ellos mismos denominaron Land The Plane (Aterriza el Avión), lograron preservar a la democracia y a las instituciones.  El nombre clave fue una forma de describir el trabajo que debían realizar para controlar a una aeronave (el gobierno) llena de pasajeros desquiciados (el grupo de loquitos que pululaban en la Oficina Oval), con un motor apagado (la mitad del gobierno) y con un piloto fuera de control, con el objetivo de llevarla a tierra sana y salva (la transmisión pacífica del poder).

Al revisar los pasajes del texto en cuestión, no pude evitar recordar que fui el primero, por allá del dos mil dieciséis, que advirtió las enormes similitudes entre Trump y López Obrador; y que iban más allá de su retórica populista común.  Pero hoy, con esta nueva información sobre los últimos meses del gobierno del norteamericano, pareciera que la estrategia que siguió hubiera sido copiada de un libro de texto escrito por el tabasqueño.  La narrativa sobre un supuesto fraude electoral y la “mafia del poder”, además de la toma de Paseo de la Reforma, se parecen demasiado a las mentiras trumpistas y a la toma violenta del Congreso de los Estados Unidos.

En México desafortunadamente ya hemos perdido también a nuestras fuerzas armadas, como parte de la destrucción institucional sistemática que empezó en 2018. Corrompidas hasta la médula por López, a través de los múltiples negocios que les ha entregado para la construcción de sus inútiles obras faraónicas, ya también se declararon como un sector más de la autoproclamada cuarta transformación.  Los otros sectores son el narcotráfico y su movimiento político.  Así las cosas, con la vista puesta en el 2024 y a luz de la creciente militarización del país, los generales mexicanos (con muy pocas y honrosas excepciones) son el brazo más fuerte del autoritarismo lopezobradorista; y no una fuerza de salvaguarda democrática e institucional como sucedió recientemente en el país vecino.

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